En 2004, tenía 11 años, cursaba sexto básico en la Escuela Las Higueras de Talcahuano. Era un niño inquieto, de los desordenados, pero con buenas calificaciones. Un día citan a mi apoderado, yo asustado le cuento a mi mamá. Al otro día, mi profesora le cuenta a mi madre que debía dar unas pruebas especiales, en su momento no entendí mucho en realidad, pero la verdad. En ese tiempo yo veía a mis padres felices y la preocupación de mis profesores me animaban a entregar lo mejor.
Tras rendir los exámenes, tiempo después, me comunicaron que había quedado seleccionado en un programa para niños con capacidades sobresalientes. Estaba contento, pero con ansias de conocer más sobre éste, solo sabía que iría a la universidad y eso ya era un mundo nuevo para mí y mi familia.
Durante la matrícula del programa, conocí a mis primeros compañeros, muchos de los cuales se transformarían en tremendas amistades. Mis Cursos iniciales fueron Química Entretenida y Estadísticas;
con nerviosismo entré por primera vez en mi vida a un laboratorio de verdad. Fue fantástico, era increíble tener esa posibilidad y poder compartirla con mis compañeros de la escuela, exponiendo los primeros
experimentos que realizaba. Hoy recuerdo con nostalgia esos días paseando con la "mochila roja" por todo el campus de la universidad. Éramos niños, jugábamos aprendiendo, y también jugábamos mucho a la pelota.
Sin duda, alguna lo más importante que destaco fue la oportunidad de ser parte de una comunidad educacional diferente. Una apuesta educativa que rompe con las estructuras tradicionales de formación, la que me dio la oportunidad de relacionarme con niños de diferentes realidades, conocer otros mundos y hablar de temas que en la escuela jamás tocaría. Una comunidad de alumnos y profesores que fueron un pilar fundamental en mi desarrollo personal y que transformó mi vida absolutamente.
Hoy, a días de haberme convertido en profesional, valoro mucho más lo aprendido en el programa, la formación integral, el desarrollo de mis habilidades cognitivas y la oportunidad de potenciar mis capacidades, que fueron fundamentales en mi crecimiento académico y personal.
Nunca imaginé la trascendencia que tendrían en mi vida, Cursos como Democracia, Encantamiento y Telarañas, todo acompañado de profesores como Ory González, quién no sólo fue mentor, sino que amigo y guía en etapas críticas de mi vida. Sin duda alguna, una experiencia única de la que con orgullo puedo decir que formé parte, no sólo del programa, sino también de su primera generación.